Estudio de la Mediumnidad
"El ejercicio de la mediumnidad requiere disciplina, equilibrio, perseverancia y sintonía. La disciplina, moral y mental, creará hábitos saludables que atraerán a los Espíritus Superiores interesados en el intercambio entre las esferas de la vida, facilitando ese menester. (…) Los requisitos morales son, pues, los que responden por los resultados favorables o no en la tarea mediúmnica. (…)"
DE ANGELIS, Joanna, Divaldo Franco, Momentos de Mediumnidad, Cap. V. Educación Mediúmnica.
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Muchas son en nuestros días las personas en las que aflora la facultad mediúmnica, y muy al contrario de lo que se podría esperar desde que se codificó el espiritismo hasta nuestros días, el tiempo corre a su favor siendo cada día mayor el número de personas en las que despierta esta sensibilidad psíquica. Debido a ello, y dado el enorme interés existente, así como la gran necesidad que se tiene hoy en día en la sociedad de tener claro que es la mediumnidad, damos comienzo a esta nueva sección que tratará este tema en profundidad.
Mediumnidad es la facultad que nos capacita para entrar en contacto con el mundo espiritual, siendo varias las especialidades en que se manifiesta, haciendo Allan Kardec las siguientes y principales divisiones: mediumnidad de efectos físicos, sensitivos e impresionables, auditivos, parlantes, videntes, sonámbulos, curanderos, pneumatógrafos y psicógrafos.
Para hacérnoslo más comprensible podemos imaginar que la mediumnidad es una especie de “vía” que canaliza el otro plano de existencia, esa otra dimensión que es el mundo originario y natural del espíritu humano. Un médium es toda aquella persona capacitada para servir de puente canalizador o intermediario entre el mundo material y el espiritual.
La razón de ser del médium no es otra que la de realizar lo mejor posible esa canalización, es decir, transmitir lo más fiel y perfectamente posible aquello que recibe del plano espiritual. Para esto es preciso tener ese canal bien limpio de intenciones propias, afán de protagonismo, egoísmo, etc., porque si tan sólo somos un canal, nuestra misión consiste en no enturbiar, deformar, añadir o quitar nada del objeto que persiguen desde el plano espiritual, puesto que de ese modo tomaría parte en la transmisión y ésta no seria ni fiel ni exacta.
De aquí que lejos de erigirse el médium en protagonista de su mediumnidad, ha de convertirse en un humilde trabajador cumpliendo, lo más digna y honestamente posible, con la misión que ha traído. Misión para la cual no ha venido solo, sino que viene acompañado de sus guías y protectores del mundo espiritual, formando parte de un gran engranaje en donde todos son colaboradores y trabajadores en busca del bien común y del progreso.
Por lo tanto, un sentimiento de responsabilidad es el que debe acompañar al médium ya que forma parte de un equipo donde él es la parte visible, pero donde detrás suyo hay mucho más, y ese algo que está detrás, que es positivo y verdadero, que le inspira y le ampara, ha de reflejarlo con su comportamiento. Esto lo llevan a cabo aquellos médiums que estando ya comprendidos en la doctrina espirita, y convencidos de la ecuanimidad y la perfección con que actúan en el mundo espiritual, convencidos por sí mismos de la existencia de ese mundo superior, se hacen sin que nadie se lo imponga, portavoces con su ejemplo de esa vida que está más allá de la fugaz existencia terrena.
Para éstos, la mediumnidad tiene una transcendencia ética y moral. Porque nadie mejor que ellos conocen en verdad que somos seres eternos, que no morimos junto con nuestro cuerpo, sino que sobrevivimos a la muerte. Entonces el médium comprende que, si bien ha de servir como intermediario entre los dos planos, tiene también que actuar de acuerdo con la experiencia que él directamente vive y que le hace comprender que somos seres en evolución constante, una evolución de los valores intrínsecos del ser humano, de aquellos atributos que conforman nuestra personalidad y que llevamos consigo, como parte de nosotros mismos, más allá de la transitoria existencia humana.
Al mismo tiempo, comprende también que ha de ayudar a que el resto de la humanidad comprenda esa gran verdad: La inmortalidad, como continuidad de la vida en ascendente evolución, siendo esto lo más difícil de admitir por la sociedad, y esto ha de hacerlo con su ejemplo como persona y como médium. Porque si sólo se comporta como médium y no realiza esta labor dando a conocer que él sólo es un intermediario de otros planos de vida, no ofrece una oportunidad de oro para hacer reflexionar a todas aquéllos que recurren a su mediumnidad. Sin embargo, si no se atribuye ningún mérito para si, realiza su labor altruistamente y además ofrece un buen ejemplo como persona, estará contribuyendo al despertar de la inquietud espiritual en muchas personas, y esto, hemos de comprender que es mucho más importante que quizás el objeto o motivo del hecho en cuestión por el cual buscaron la ayuda de un médium.
Esta es pues, una gran faceta para los médiums, saber comportarse como personas que son, y como médiums a la hora del intercambio. Sin embargo, muchos médiums no han sabido delimitar esa postura, no se quitan el letrero y el “oficio” de médium y, ni cumplen bien como personas ni como médiums, no ofreciendo la ayuda que deben como médium, ni el ejemplo como personas, sino todo lo contrario, dan un ejemplo de fanatismo porque extreman el ejercicio de su mediumnidad que utilizan para explotarla.
Texto: Asociación de Estudios Espirituales Grupo Villena